Manolita Chen

Manolita Chen: “Cuando me dieron el DNI como mujer sentí que recibía, por fin, boletos de felicidad” 

Fue la primera mujer trans en España en cambiar de género en el carnet de identidad y también en adoptar. En 2025, Orgullo de Pueblo de J&B le rinde un merecido homenaje, bautizando con su nombre la carroza que recorrerá miles de kilómetros este verano 

Manolita Chen

A esta mujer estuvieron a punto de matarla. En su casa, en su pueblo, a pedradas, en la cárcel, acorralada por sus hermanos, golpeada por su novio en el servicio militar... A veces en silencio, otras veces a gritos, empujada con rabia sobre una mole de pitas (“esas plantas con pinchos”, aclara) o bajo una lluvia de latas de Coca Cola en una manifestación en Barcelona. “Acoso y derribo”, protesta. Que esta mujer siga viva no es tanto un error de puntería como un alarde suyo de resiliencia. “Mírame las piernas”, dice levantándose la falda con orgullo. “¡Ni una variz a los 82!”.

Con solo 4 años, Manolita sintió que se había producido un profundo error. “Genitales equivocados”, apunta. ¿El contexto? “La posguerra, la dictadura, la crudeza de mi pueblo, Arcos de la Frontera... Yo era muy femenina. Había otros mariquitas mucho más masculinos, pero no era mi caso: yo jamás pasaba desapercibida”. 

Tampoco pasa desapercibida al irrumpir esta tarde en nuestra sesión de fotos, en el madrileño bar Marta Cariño. Tiene el cabello blanco hacia atrás, labios carnosos, pómulos monumentales. Camina muy despacio, con aire teatral, y delante de la cámara hace exactamente aquello que se le pide, con un aura de estrella a medio camino entre Sophia Loren y Carmen Sevilla.

“La sensación de morir se convirtió en fuerza para pelear”, confiesa a punto de contarnos toda su historia. Pero entonces sucede algo: al mirar su propia imagen en el monitor del fotógrafo, descubre un rostro nuevo para ella. “Estoy acostumbrada ir muy maquillada, soy muy barroca, y en estas fotos veo mi cara tan desnuda... ¿De verdad estoy guapa?”.

Entrevistamos a uno de los personajes clave de la historia LGTBIQ+ en España. Su vida ha sido llevada a la gran pantalla –Manolita, la Chen de Arcos (Valeria Vegas, 2016)– y también a un libro –Sin polilla en los armarios (Cristina Maruri, 2023), y este año será la gran homenajeada de Orgullo de Pueblo de J&B, cuya carroza llevará su nombre. “Esta iniciativa es una maravilla porque llega exactamente a donde más se necesita. Ya ha ayudado a cambiar muchas conciencias”, explica entusiasmada.

Además, el próximo 7 de junio en Torremolinos, Manolita será la encargada de dar el pistoletazo de salida a esta carroza, donde ella misma irá subida como símbolo de visibilidad y fuerza. 

“A los 4 años entendí que yo no era Manolo. Fue muy duro: no me dejaban jugar con otros niños, decían que la gente como yo contagiaba la homosexualidad”. 

Manolita Chen

Pregunta. Naciste en 1943 en Arcos, en plena posguerra. ¿Cómo recuerdas tu infancia?

Respuesta.
Como una niña que nace con genitales de niño y nadie la acepta, ni siquiera su familia.

P. ¿A qué edad fuiste consciente de que no eras un niño?

R.
A los 4 años. Yo quería jugar con otras niñas a las casitas, a los maridos... pero no me dejaban. Mi madre me encerraba en la cuadra para que jugase sola. En aquella época nos llamaban “enfermas”. Decían que contagiábamos la homosexualidad. Los padres de los demás niños les prohibían acercarse a mí. Tuve que dejar el colegio muy pronto.

P. En casa incluso te obligaban a comer con una cuchara que tenía una cruz marcada.

R.
“La cuchara del Manolo”, decían. “No toquéis la cuchara”. Yo no entendía por qué. ¿Te imaginas a una niña de 11 o 12 años, con toda la inocencia, señalada de esa forma? No sé qué sucedió con la cuchara. Creo que no soportaría volver a verla.

P. Los profesores, los niños, la gente del pueblo... ¿Alguna vez consiguieron entre todos que creyeras que realmente tenías un problema? 

R. Jamás. Yo sabía quién era, y era feliz siendo yo misma. Tenía muy claro que era el problema no era yo. 

P. ¿Cómo se sobrevive en una sociedad perfectamente diseñada a través de todas las instituciones –la familia, la iglesia, el colegio, el ejército, el mundo profesional– para que no exista gente como tú? R. Con una fuerza infinita para luchar contra el tabú. Nunca me ha faltado fuerza.

P. ¿Recuerdas momentos de ternura en esa etapa?

R.
[Se queda pensativa] De algunas vecinas sí, quizá por lástima, porque yo siempre estaba marginada. Se llamaban Lola Chamorra y Antonia Jarillo. Esas mujeres me daban calor. Me sentaban a su mesa, me daban un vasito de agua... Y yo con eso ya era feliz. Recibía hasta besos suyos. ¡Y yo estaba tan falta de besos! 

"El mayor enemigo que he tenido en mi vida ha sido mi propia familia. Mi madre nunca fue capaz de llamarme Manolita”. 
 

Manolita Chen

P. ¿No los recibías de tu propia madre? 

R. [Hace una mueca] Mi madre era demasiado antigua. Aun así fue buena conmigo. Nunca me despreció. Me quedé sin padre muy pronto y a ella siempre la recuerdo inmersa en ese duelo...

P. ¿Quién ha sido en tu vida tu mayor enemigo?

R.
Mi familia, claro. Para que te hagas una idea, mi madre nunca dijo que había tenido una niña, reiteraba que yo era un niño. Nunca fue capaz de llamarme Manolita. Y mis hermanos, imagínate. Me obligaban a lavarles los pies, rompían mis figuritas de barro... Abusaron de mí de todas las formas posibles, y lo irónico es que al final de sus vidas murieron en mis brazos. Dicen que el tiempo cura las heridas... Yo he podido perdonar, pero me ha sido imposible olvidar aquel dolor.

P. Háblanos de tu historia de sexilio. Con 19 años te escapas a París.

R.
Sí, con mi amiga la Peruchita. En aquella época la mayoría de edad eran los 21 años, así que me fui de forma ilegal. Pero lo que descubrí ahí me cambió la vida...

P. ¿Qué te encontraste?

R.
Imagínate. El barrio de Montmartre. Lleno de maricas maquilladas, besándose. Yo tenía que pellizcarme y decía: “Dios, mío, ¿dónde estoy?” ¡Ay, qué felicidad más grande! Y me decían: ponte un vestido, aquí ya puedes. Recuerdo descubrir en los kioscos de prensa revistas de hombres desnudos... Era otro mundo.

P. Ahí viste por primera vez a una mujer trans operada.

R.
La Chanel. Una mujer guapísima que vivía en el Moulin Rouge: maquillada, perfecta. Y entonces pensé: yo me quiero ver así. 

P. Y acabaste consiguiéndolo. 

R. Sí. En París empecé con las hormonas. Aunque estaba prohibido, algunas farmacias las vendían de forma ilegal. Y nos las poníamos unas a otras. Ahí me dejé el pelo largo… y empezaron a salirme los pechos, que al principio eran como botoncitos [risas].  

“En París descubrí la libertad: me atreví a usar vestidos de mujer, me dejé el pelo largo, empecé a hormonarme...” 

Manolita Chen

P. Pero tuviste que volver.

R.
Un día en la pensión recibí una llamada. “Tienes visita”, me dijeron desde recepción. “Que suban”, respondí. Al abrir la puerta allí estaban: dos miembros de la Guardia Civil. Me esposaron y me llevaron con ellos de vuelta a España. Mi madre me había denunciado. Cometí el error de mandarle cartas diciendo dónde estaba. Y me tocó volver al pueblo.

P. ¿Cómo fue tu relación con el mundo profesional? 

R. No me querían en los colegios, así que con 7 años me pusieron a lavar botellas de gaseosa a cambio de un plato de comida. Lo poco que sé leer y escribir lo aprendí en la mili. Con 9 años me mandaron a trabajar con el zapatero del pueblo. Me daban una peseta todos los días, pero aquel hombre era el ser más homófobo que he visto en mi vida. Después mi hermano se fue a la mili y me tocó ayudar en la tabernita de mi madre, pero el alcalde, Laureano Barrera, no quería que yo estuviera allí, así que inició una persecución que concluyó con el cierre del negocio.

P. ¿Qué hizo tu madre desde entonces?

R.
Fue muy duro para ella. Enfermó. Aquella taberna era todo para ella. Nos hicieron la vida imposible. Eran verdugos.

P. En 1962, en plena dictadura, ya te manifestabas en Barcelona. 

R. Sí, nos atrevimos a salir a la calle y nos apedrearon. Intentaron matarnos con una lluvia de latas de Coca Cola. Recibí muchos impactos y estuve varios días sin poder moverme. Si hoy en día es complicado ser del colectivo, imagínate durante la dictadura... 

P. Tu madre tuvo que buscar a una chica en el pueblo que se hiciera pasar por tu novia, para que no acabaras en un campo de detención donde llevaron a muchos otros del colectivo.

R.
A todos. Eran los años 61, 62, si pagabas 50.000 pesetas no ibas. A mi madre la avisaron y ella fue a hablar con una vecina. Le dijo: “María Antonia, mi hijo está enamorado de tu hija”. Le regaló un relojito dorado a aquella chica. A mí me rogaba: “que te vean con ella, bésala en la boca, agárrala del culo por la calle”. 

“En mi época de artista coincidí con los más grandes: “Lola Flores, Bambina, Juanito Navarro, Addy Ventura...” 

Manolita Chen

P. Y te tocó ir a la mili.

R.
Sí. Me pelaron. Me vendé el pecho para que no se me marcase. Y terminé en la cocina. Allí sorprendí a todo el mundo. ¡Me dieron incluso un diploma! Cada día, a las cuatro de la mañana, ya estaba preparando pan frito. Se volvían locos. No habían comido así en la vida. Allí también me eché un novio gallego. Nos veíamos a escondidas. Pero era tan celoso que un día recibí una carta de alguien y él me pegó una paliza.

P. ¿Cuántas veces has estado detenida? 

R. Ni las puedo contar. Las primeras veces fueron cuando tenía 18 o 19 años, pero ya con 14 un jefe de municipales pasaba todos los días por mi casa con un pañuelito para ver si estaba maquillada. Durante años llegué a tener callos de las esposas. La última vez que me metieron en la cárcel fue en 2004 por algo totalmente distinto: a mi exmarido le detuvieron con droga y él dijo que yo estaba implicada. Se tuvo que aclarar que era mentira, pero estuve ocho meses encerrada.

Entre foto y foto se produce otro encuentro consigo misma. Manolita está en silencio delante de una mesa. Sobre la superficie de madera, objetos y prendas que ella misma ha traído. Unos sneakers de redecilla, un caballito de mar con piedras de colores, unos zapatos de tacón con pedrería... A continuación, la descubrimos revisando las diferentes chaquetas y pantalones que cuelgan de las perchas, como si en ese gesto reflexivo y tan material se reconociese de nuevo. 

P. ¿Cuándo fue la primera vez que te vestiste de mujer?

R.
Fue al empezar a trabajar en cabarets, con 20 o 21 años. Pero en mi vida diaria fue en 75, al morir Franco. Apareció mi marido y me dijo: ya puedes ponerte un vestido y salir así a la calle. Fue una liberación. ¡Me deshice de toda mi ropa de hombre! Qué momento tan feliz... 

P. Volvamos a tu etapa de artista: ¿Cómo fue para ti pasar de ser rechazada por toda la sociedad, a tener a los hombres comiendo de tu mano en el cabaret? 

R. Es que yo era de buen ver, tenía unas piernas muy bonitas, era muy guapa. Y les entraba por los ojos. Dejaban a las mujeres y me venían a buscar. En esa época me coticé mucho. Empecé a guardar billetes debajo de la almohada. Y me dediqué a comprar obras de arte... He sido una mujer con un patrimonio grande. Se van a poner tres museos con mis cosas: uno en Sevilla, otro en Utrera y otro en Cabezas de San Juan. Siempre he sido muy hormiguita...

P. ¿Coincidiste con grandes artistas en aquella época?

R.
Con todos los que estaban de moda en aquel momento: Lola Flores, Bambina, Juanito Navarro –el primero que me contrató como vedette en “Una vez al año no hace daño”–, Addy Ventura… 

“En 1970 viajé a Casablanca para mi cambio de sexo. Me dio tranquilidad para acostarme con quien quisiera sin inseguridades”. 

Manolita Chen

P. Si te digo “1970, Casablanca”, ¿en qué piensas?

R.
En mi operación de cambio de sexo. Casablanca era el único lugar donde se hacía y yo tenía ganas de quitarme “eso”.

P. ¿Tuviste miedo? 

R. Nada. Pero hoy me lo pensaría dos veces antes de hacerme esa operación: en mi época no era igual que hoy, perdí sensibilidad... 

P. Y, ¿cómo fue la primera vez que te viste en el espejo con tu cuerpo soñado? 

R. [Sonríe recordando] Imagínate. Lo cambió todo. Y me dio tranqulidad: desde ese día pude meterme en la cama con quien yo quisiera sin ineguridades.

P. Hablemos de otros logros. Fuiste la primera mujer trans en España que vio cambiar su género en el DNI... 

R. Y la primera en adoptar. 5 hijos. 4 paralíticos cerebrales y una niña con síndrome de down. Fui también la primera en casarme, en un rito en el que nos hacíamos un corte en el antebrazo y juntábamos la sangre. Me casó un teniente de alcalde de Arcos en el 77 o 78. 

P. Estaría prohibidísimo. 

R. Sí, lo hicimos de noche... [risas].

P. ¿Has pensado alguna vez en cómo esos actos de amor hacia ti misma se convirtieron en actos políticos para el colectivo y abrieron camino a muchos otros? 

R. Yo he tenido mucho amor que dar... Y sí, es un honor que gracias a mi vida se hayan producido cambios, incluso más recientemente con mi fundación, la primera del colectivo en Andalucía. Tengo 10 casas de acogida para gente trans en Arcos, en las que viven 23 personas. [Traga y sigue hablando] Yo no voy a dejar a ninguna mariquita domir en la calle y morir entre cartones. Mientras tenga fuerzas voy a luchar por ellas. 

"Orgullo de Pueblo de J&B es una maravilla: la fiesta que se monta es increíble. Allí están los abuelos, los hijos, los nietos… y se logran romper muchos prejuicios”. 

Manolita Chen

P. En 1977 se celebró la primera fiesta del Orgullo en España. ¿Cómo viviste este acontecimiento? 

R.
Lo disfruté muchísimo. Recuerdo sentir mucha alegría, llevando la pancarta junto a mis compañeras. Fue una maravilla. Igual que cuando me dieron el carnet de identidad, sentí que me habían tocado los cupones de la felicidad.

P. Este año eres la estrella de Orgullo de Pueblo de J&B.

R.
Sí. Me van a homenajear. Estoy muy contenta. Este año la carroza se llama Manolita. ¿Quién iba a decir que una mujer tan humilde, sin estudios, recibiría reconocimientos como este? Hoy estaba en Madrid dando una conferencia a gente del colectivo. Si hubieras visto a todo el mundo escuchándome, llorando conmigo, dándome abrazos...

P. ¿Qué piensas de iniciativas como Orgullo de Pueblo de J&B?

R.
Es una maravilla, porque llega donde más se necesita, donde la visibilidad es más necesaria. Y a mí, cuanto más pequeño es el pueblo, más me gusta, porque más mentalidades se cambian. Tienes que verlo: llega la carroza y la fiesta que se monta es increíble. Allí están los abuelos, los hijos, los nietos … y se logran romper muchos prejuicios.

P. ¿Cómo ves que sean marcas, como en este caso J&B, las que se hagan responsables de provocar estos cambios? 

R. Es máravilloso lo que hace J&B. Cuanto más internacional sea la marca, mejor. Yo siempre me pondré del lado de quienes luchan por el colectivo. Somos humanos también, y merecemos respeto, libertad y dignidad. Esa ha sido mi lucha durante todos estos años.

P. Han hecho un libro y una película sobre tu vida. ¿Cómo titularías tu autobiografía? 

R. “Soy exactamente lo que ves”.

P. ¿Qué es el amor para ti? 

R.
El amor lo es todo. Es sin duda lo más grande que podemos tener. Yo soy amor. Sin amor no somos nada.

P. Por último, ¿qué le responderías a Trump, que dice que solo hay dos sexos? 

R.
¿Trump? ¿Ese hombre rubio? Yo sé muy bien lo que soy. No hace falta darle más respuestas... 

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