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Afterwork: tu nueva sala de juntas
De aflojarte la corbata a la copa balón: descubre el ritual vespertino que España ha elevado a la categoría de arte (ahora también sin alcohol).
Hay países que fichan y se van a casa. España no: aquí la jornada laboral acaba exactamente con la primera ronda. Varios millones de profesionales practican a diario este deporte de alto rendimiento emocional: soltar el portátil y brindar con los compañeros. Bienvenidos al afterwork a la española, donde el networking se disfraza de colegueo y el Gin & Tonic –con o sin graduación– marca oficialmente el cambio de chip.

¿Por qué nos gusta tanto el afterwork?
Lo dicen los expertos: necesitamos un puente mental entre la presión del KPI y el sofá de casa. Un paréntesis que nos permita cambiar de registro y pasar al modo relax sin frenazos bruscos. Y qué mejor forma de hacerlo que aflojándote la corbata con algo refrescante en la mano...
Pero no solo es una cuestión mental. El éxito del afterwork nace de una combinación perfecta de factores como el clima, que regala atardeceres que sería un delito desperdiciar, o el teletrabajo, que nos empuja a recuperar el pulso humano de la empresa y reconectar cara a cara, más allá de las pantallas. Añade una pizca de ‘exhibicionismo Instagram’ (una copa a contraluz, brindis a cámara lenta), y obtienes la fórmula perfecta.
¿Resultado? Llegas a casa a hora decente, pero con la sensación de haber vivido dos vidas y ese boost de la mejor dinámica de equipo.

Los mejores locales para el afterwork
Cuando la jornada laboral llega a su fin, la ciudad se transforma. Aquí tienes ocho templos del afterwork que convierten a diario las tardes españolas en experiencias memorables.
De barco militar a terraza madrileña
Parece mentira, pero la tradición del afterwork nació en 1913 a bordo del USS Arkansas como entretenimiento sin alcohol para marineros. Boxeo, películas y música en la llamada "Happy Hour Social". La ironía es deliciosa: una cultura de copas tan sofisticada como la española que desciende de un programa de abstinencia naval...
Pero España, como siempre, filtró el concepto a través de su propio ADN cultural. Lo pasó por el tamiz del tapeo, la sobremesa y la hora del vermú. Y el resultado no se parece en nada a su ancestro americano. Allí donde el happy hour anglosajón sirve principalmente como herramienta de networking (con fronteras temporales rígidas), el afterwork español prioriza las relaciones personales y se estira con flexibilidad mediterránea.

Afterwork: ¿Qué beber?
Existe un afterwork por cada pequeña victoria o desafío en la oficina. Y eso se refleja, también, en la bebida.
Para los que han descubierto que cero alcohol no significa cero estilo, Tanqueray 0.0 con tónica, limón y frambuesa demuestra que se puede brindar sin consecuencias: mismo ritual botánico, misma copa balón, pero con libertad total para la reunión de las 9 de la mañana. El Darker Don aparece cuando buscas algo con personalidad: ginger beer con chispa, un toque cítrico de calamansí y ese ron Don Papa que te transporta al trópico sin salir del bar del centro.
¿Necesitas animarte después de un día eterno? El Johnnie Fresh con Johnnie Walker Black es pura energía en la copa: jengibre machacado que pica lo justo, miel para suavizar, lima para activar y hierbabuena porque la vida necesita frescura.
Y cuando el grupo busca con punch muy refrescante, la Don Julio Paloma triunfa con su golpe cítrico directo, ese trago honesto que no necesita filtros ni pretensiones para animar cualquier jueves que se precie.
El código no escrito del afterwork
El afterwork español tiene sus reglas.
Primera: La puntualidad relajada es bienvenida. Aquí no hay que llegar a las 17:30 en punto, basta con aparecer cuando el cuerpo y la mente lo pidan, normalmente a partir de las 19:00. Los más veteranos saben que el mejor momento es cuando el jefe ya se ha ido.
Segunda: Nada de seguir hablando de trabajo después de la primera ronda. El afterwork es territorio libre de emails, deadlines y reuniones. Quien insista en hablar de KPIs será educadamente ignorado.
Tercera: Aquí se viene a conectar, no a competir. No importa quién tenga el cargo más alto, lo interesante es descubrir que tu compañero de contabilidad toca la guitarra o que la directora de marketing hace repostería los fines de semana.
Cuarta y fundamental: La elección consciente del no alcohol se respeta. El afterwork español ha evolucionado para acoger tanto al bebedor social como al abstemio por elección. Tanqueray 0.0 representa esta evolución: permite mantener el ritual y la sofisticación de una buena copa sin comprometer principios personales o profesionales.
Quinta: El "me voy a casa" se anuncia tres veces. La primera es una advertencia, la segunda una promesa, la tercera... bueno, todavía queda tiempo para otra ronda.

Conclusión
El afterwork español es mucho más que una moda importada. Es la prueba de que sabemos tomar una tendencia global y convertirla en algo genuinamente nuestro.
Es, además, nuestra forma de soltar sin desconectar, y reforzar lazos más allá del teclado.
Ni networking forzado ni happy hour eterno: es ese punto justo donde lo profesional y lo personal se cruzan sin invadirse, marcando esa frontera sagrada entre el último correo y la primera serie del sofá.
¿La señal de que hemos madurado? El Gin & Tonic sin alcohol. Mismo ritual, misma copa balón, pero adaptado a una generación que entiende que disfrutar pasa también por no excederse.