- Página de inicio
- Magazine
- Fito Robles, Siloé: “La fama no tiene muchas cosas buenas. Podría decir que casi ninguna”

Fito Robles, Siloé: “La fama no tiene muchas cosas buenas. Podría decir que casi ninguna”
Entrevistamos al cantante y compositor de la banda pucelana antes de iniciar su gira de festivales, con más de 40 fechas confirmadas en 2025

Fito Robles pestañea. Pregunta si vamos a grabarle en vídeo. Su teléfono le muestra vertical, sepia, satinado. Al responderle que no, sus facciones duras y pelo ondulado desaparecen atropelladamente mientras se mueve a otro lugar. “Allí me escucharás mucho más fino”, dice. “Espera un momento”.
Cuando pensamos que la llamada se ha cortado, su voz resurge, curiosamente más lejana. “Pregunta lo que quieras”, dice corporizándose en la pantalla.
De los 37 años que tiene Fito Robles, los últimos 33 los ha pasado empecinado en ser músico. “El sueño empezó con solo 4 años, prácticamente desde que tengo uso de razón”, recuerda. “Veía las orquestas que tocaban en mi pueblo y me fascinaba el hecho de que viniesen y se fueran. Yo decía, joder, qué pasada, hoy vienen a cantar unas canciones y mañana estarán en otro lugar. ¡Viajan haciendo su música! Eso es maravilloso.”
La primera conversación sobre la creación de la banda, Siloé, tuvo lugar vía mail. “Fue en 2013 o 2014, escribiéndonos Xavi [Road, guitarrista y productor] y yo. Por aquel entonces ya imaginábamos todo esto”, confiesa.
Desde aquel día, el camino ha sido impredecible. Lo que comenzó como un proyecto en solitario, con un debut cercano al folk y la canción de autor (La Verdad, 2016), pronto evolucionó hacia un sonido más ambicioso con la llegada de Xavi. Juntos moldearon una identidad propia, fusionando pop, rock y electrónica en discos como La Luz (2018) y Metrópolis (2020).
“Sueño con ser músico desde los 4 años, prácticamente desde que tengo uso de razón”.

Esto les consolidó como una de las mejores bandas en directo del país. La reedición de Metrópolis 2.0 (2021), con colaboraciones de Miss Caffeina, Belén Aguilera y Dani Fernández, reafirmó su posición en la escena antes de la llegada de Jaco Betanzos, batería, con quien han perfeccionado un show aún más guerrero.
“Siloé va de lo íntimo a lo universal, pero siempre pasando por la emoción”, explica Fito. “Somos un grupo muy emocional, más de lo que nosotros mismos pensamos. Y eso nos hace ser muy directos: no nos vamos por las ramas haciendo introducciones de siete minutos”, comenta.
El lanzamiento de Santa Trinidad (2023), considerado por muchos su mejor disco hasta la fecha, marcó un nuevo hito y les llevó a más de 100 conciertos en 2024, todo un récord para una banda española. Ahora, en 2025, Siloé se embarca en otra ambiciosa gira, con paradas en eventos como el Polar Sound Festival en Baqueira Beret o el SanSan Festival en Benicàssim.
“Que nuestras canciones ayuden a la gente a superar un cáncer o una ruptura es algo muy fuerte”.

Pregunta. ¿Sigues enamorado de la música como el primer día?
Respuesta. Sí.
P. ¿Sigues enamorado de Siloé como el primer día?
R. Sí.
P. ¿Sigues enamorado de tu tierra, Valladolid, como el primer día?
R. Ni te lo imaginas. Y cada día descubriendo más cosas. Estamos en una ciudad pequeñita, pero con sueños muy grandes.
P. ¿Siempre tuviste claro tu camino como músico o consideraste otras profesiones por si no funcionaba?
R. La inquietud de los padres es lo que genera la duda. En algún momento me pregunté: "¿Y si no puedo vivir de esto?", pero esa incertidumbre nunca duró demasiado. La necesidad de subirme a un escenario y tocar con otros músicos siempre fue más fuerte que cualquier plan B.
P. ¿Qué pasó la primera vez que saltásteis a un escenario como Siloé?
R. Pues fíjate, entonces Xavi y yo hacíamos música instrumental [risas]. Y la sensación fue muy buena porque sentíamos que estábamos haciendo lo que teníamos que hacer. ¿Te ha pasado eso de sentirte desubicado en un lugar, sabiendo que ese no es tu sitio? Pues fue todo lo contrario. Era nuestro sitio... Y no había gente, ¿eh? Serían tres personas, pero aun así no queríamos bajarnos. Ya entonces el placer de tocar no estaba ligado a la fama. Y eso es lo más bonito.
P. ¿Cuándo sentisteis que os convertíais en estrellas?
R. La verdad es que es algo que todavía nos cuesta. Y hubo un momento este año que nos hizo sentirnos en otra dimensión. En nuestra segunda Riviera pasó algo brutal: la gente cantaba más fuerte de lo que nosotros podíamos tocar. Había más volumen en el público que en el propio escenario. La voz humana lo transciende todo, por eso Beethoven en la Novena Sinfonía utiliza la voz humana, porque es lo que hace que entre nosotros conectemos... Y en este caso ya no éramos nosotros cantándole a la gente, eran ellos cantándonos a nosotros, y eso es muy fuerte.
P. ¿Todavía hay alguien en el mundo de la música con quien te haga ilusión hacerte una foto o pedirle un autógrafo?
R. Muchísima gente. Por ejemplo, admiro mucho a los chicos de Viva Suecia, con la suerte de que ahora nos vamos de cañas con ellos. Admiro a Enrique Bunbury, a quien no conozco personalmente, y si me encuentro con él, a lo mejor no le pediré una foto o un autógrafo, porque me daría mucha vergüenza, pero sí un minuto de su tiempo. Y lo mismo con Mumford & Sons o Brandon Flowers, cantante de The Killers...
P. ¿No impresiona un poco ser uno de los últimos fenómenos de la música en España?
R. Hombre, impresiona, claro, pero intentamos no pensarlo demasiado. Nos centramos en los conciertos y en lo que tenemos por delante porque, al final, es algo que no controlamos. A veces parece antinatural pensar que nuestras canciones pueden convertirse en un canal de comunicación para otras personas, hasta el punto de que nos cuenten que les han ayudado a superar un cáncer o una ruptura... Es algo muy fuerte.
"El placer de tocar nunca ha estado ligado a la fama. En nuestro primer concierto había tres personas, pero no queríamos bajarnos del escenario."

P. ¿Es la música para vosotros un verdadero espacio de libertad?
R. Por supuesto. En el fondo nadie nos obliga. No tenemos un contrato con el Estado, no somos funcionarios, ni tenemos, yo que sé, un trabajo en el que un jefe nos dice lo que tenemos que hacer. Nosotros montamos nuestras giras si queremos, y eso es un lujazo.
P. ¿Cómo de importante es la fama en el éxito?
R. Nada importante. De hecho, lo más importante es que entiendas que no tiene importancia. Nosotros repudiamos todo eso. La poca fama que tenemos, que es anecdótica, a veces nos incomoda, porque ni estamos preparados para ella ni la buscamos. La fama no tiene muchas cosas buenas. Podría decir que casi ninguna.
P. Si analizas vuestra carrera, ¿puedes identificar qué habéis hecho bien para llegar hasta aquí?
R. Hemos aprendido mucho de nuestros errores, sobre todo de aquellos en los que hemos caído más de una vez. Somos muy autocríticos, a veces en exceso, y eso, combinado con la autoexigencia, no siempre es bueno. Algo clave ha sido la la honestidad entre nosotros y contar con apoyo de un psicólogo. Y también está el trabajo: los últimos 4 años nuestro esfuerzo ha estado por encima de la media, y eso siempre trae resultados.
P. ¿Cuál dirías que ha sido la fórmula ganadora de Santa Trinidad?
R. Hacer un disco con tiempo, calma y espacio ha sido clave. Nos permitió encontrar un sonido que, hasta ahora, estaba lejos de lo que realmente transmitíamos en directo. Capturar esa esencia en un álbum no es fácil, requiere mucho trabajo, pero nos ha dado grandes resultados. También ha sido fundamental colaborar con otras personas en el proceso de composición. En este caso, nuestro productor, Pablo Cebrián, ha sido una pieza clave. Es un tío que nos ha regalado su visión acerca de lo que él veía en nuestro proyecto. Creo que eso es impagable.
P. Más de 100 conciertos en 2024. ¿Resulta un sacrificio tocar prácticamente cada tres días?
R. Es un sacrificio enorme y un peaje muy grande. Hace dos años y medio nos planteamos una estrategia clara: exponer al grupo al máximo, costara lo que costara. Eso implica pasar cerca de 200 noches en hoteles, lejos de casa. Es una locura.
“El apoyo de Johnnie Walker ha sido clave para nosotros. Como banda hubiéramos desaparecido. Dijeron: Con vosotros a muerte”.

P. En tu caso, que tienes familia, supongo que es una conciliación muy sensible.
R. Sí, es duro. Paso mucho tiempo fuera, y aunque mi familia me apoya y sabe que esto me hace feliz, al final, quienes se quedan en casa son los que más lo sufren. Mis hijos quieren verme más, y mi chica, que ama viajar, a veces choca con el hecho de que, después de tantas horas en carretera, lo último que quiero es seguir moviéndome.
P. ¿Qué diferencias ves entre lo que imaginabas que sería una vida de músico de éxito y lo que realmente te has encontrado?
R. La mayor diferencia es el volumen de trabajo. Sabía que sería intenso, pero esto supera cualquier expectativa. En la música no hay medias tintas: o te entregas por completo o es mejor no intentarlo. No hay horarios fijos, pero sí muchas exigencias en los momentos más complicados. Tienes que estar dispuesto a darlo todo.
P.¿Hay también momentos de soledad?
R. La soledad es un tema complicado. Imagínate tocar frente a 30.000 personas y, media hora después, estar solo en la habitación del hotel. El contraste entre la euforia del escenario y el silencio que viene después es brutal.
P. Hablemos del sector musical. Siendo esta una profesión de altibajos, de parones, ¿habéis pensado alguna vez en tirar la toalla?
R. Sí, por supuesto. Cualquiera que diga lo contrario miente. Nunca hemos llegado a dar el paso, pero muchas veces nos hemos planteado si valía la pena seguir. Recuerdo la pandemia, en la que nos arruinamos completamente y nos dijimos: "Si en un año esto no funciona, no podemos seguir cobrando 700 euros, endeudándonos o pidiendo dinero prestado". Hubo momentos en los que seguimos adelante casi por inercia, pero después de la pandemia fue especialmente duro.
P. ¿Cómo es el apoyo de marcas como Johnny Walker en estos casos?
R. El apoyo de Johnnie Walker fue clave para nosotros. Nosotros en ese momento hubiéramos desaparecido como banda. Recuerdo presentar nuestra idea de disco sin un solo euro para hacerlo realidad. No podíamos alquilar una sala ni organizar una presentación en condiciones... El respaldo de Johnnie Walker fue vital, literalmente. Y ni siquiera teníamos números que justificaran su inversión. Pero apostaron por Siloé con corazón e intuición. Dijeron: “Con vosotros a muerte”.
"En la música no hay medias tintas: o te entregas por completo o es mejor no intentarlo."

P. ¿Cómo ha sido vuestro reciente paso por las Yembe! Sessions?
R. Brutal. Siempre habíamos visto sesiones de amigos músicos y nos preguntábamos cómo se hacía, cómo funcionaba todo detrás de las cámaras. Y de repente, un día te llaman y te toca estar ahí. Es un premio que te da la vida.
P. ¿Cómo fue esa sinestesia que compartiste con Borja Insa después de la actuación?
R. Increíble. Más allá de conocer a fondo nuestra música, tuve la sensación de que con Borja no estábamos simplemente creando un cóctel: estábamos conversando sobre la vida... y cosas tan trascendentales como el miedo.
P. Trump, Elon Musk... ¿Qué género musical encaja mejor con la situación política actual?
R. Seguramente el rap, porque hay algo directo y explosivo en ese careo de los políticos de decirse cosas sin filtro, de amedrentar al contrario... [hace una mueca].
P. ¿Hay algo que estás harto que te digan?
R. Odio las bromas con el nombre de la banda: “Sí lo he”, “No lo he”... Estoy un poco hasta la bola de que me lo repitan. También eso de: “Lo estáis haciendo guay pero lo difícil viene ahora...”.
P. Por último, si tuvieras que elegir un titular clickbait sobre vosotros, ¿cuál sería?
R. “Siloé: una de las bandas fijas del Patrimonio Nacional”. [Risas] ¿Por qué? Porque lo que yo quiero es seguir tocando. ¿El éxito? ¡No! ¡No ¡ ¡No! Quiero que sigamos haciendo giras, conciertos... ¡toda la vida!
¿Quieres estar al tanto de eventos exclusivos y experiencias únicas? Únete a la comunidad de The Bar y recibe en tu correo noticias sobre eventos cercanos, acceso prioritario a nuestras experiencias exclusivas, las mejores recetas... Solo te llevará unos segundos.
Regístrate aquí