LORENA VÁSQUEZ, ENTREVISTA A LA GRAN DAMA DEL RON
Lorena Vásquez no tolera la mediocridad. Tampoco la repetición. Al igual que un pintor, la Master Blender de Ron Zacapa lleva 40 años empleando una rica paleta de pigmentos (jugo de caña concentrado, barricas y tiempo) para crear proezas gastronómicas que escapan a la norma.
Conocida mundialmente como La Dama del Ron, el suyo no ha sido un camino de rosas. Al tratarse de una de las poquísimas mujeres dedicadas a la elaboración de destilados en el mundo, ha tenido que enfrentarse a prejuicios y barreras que ha sabido afrontar con determinación, creatividad y enfoque científico.
Sus creaciones, presentes hoy en algunos de los mejores restaurantes del mundo, se añejan a 2.300 metros de altura en un lugar de Guatemala rodeado de volcanes y montañas denominado “La Casa de las nubes”. Hablamos con ella de conquistas personales, revoluciones de género y tesoros líquidos.
Pregunta. Hemos leído que desde pequeñita ya tenías un don para los aromas.
Respuesta. Sí, desde los 5 o 6 años descubrí que era muy sensible a algunos olores y me negué a tomar cosas como la leche. Una vez al año las vacas comían hierba que transmitía un aroma muy fuerte, y eso me provocó un trauma. En mi casa me decían: “¡Son la misma vaca y la misma leche!”. No lo entendían. Y aunque esa sensibilidad ha sido una ventaja en mi carrera, durante la infancia fue un problema.
P. ¿Cuál fue tu primer contacto con el ron?
R. Soy nicaragüense: en mi país se ha consumido mucho ron históricamente, pero yo no lo probé de verdad hasta empezar a trabajar en Zacapa. Entonces me sorprendió mucho su gran complejidad.
“Me llegaron a decir que la destilería era demasiado dura para una mujer”.
P. Lideras en un mundo profundamente masculino. ¿Escuchaste muchos noes por el camino?
R. Muchísimos. Me llegaron a decir que la destilería era demasiado dura para una mujer. Recuerdo llegar un día al centro de añejamiento y que me impidiesen cruzar la puerta. “No puedes entrar, Lorena”, me dijeron. El gerente no me quería dentro porque yo ponía mucho orden, era muy exigente, y él sentía que me metía en su terreno y eso le generaba inseguridad. Yo era muy joven y mujer, se juntaban las dos cosas, pero poco a poco fui imponiendo mis ideas. Las negativas, además, me impulsaron a aprender, a tener que explicarlo todo apoyándome en la base científica, y eso me ayudó a ir ganando credibilidad y respeto.
P. Te encontraste una destilería dormida. ¿Cómo lo pusiste todo patas arriba?
R. Fuimos dando pasos importantes. Al llegar a Zacapa dije: “Este ron me encanta, pero lo vamos a añejar en las montañas, en la parte alta de Guatemala, que está a 2.300 metros sobre el nivel del mar”. ¿Por qué? Porque al igual que sucede cuando cocinas, ese tiempo lento le da un mejor balance de aromas y sabores. Al principio me resultó difícil convencer a la compañía porque era una inversión económica grande, pero pude aportar la información técnica que lo probaba. De este modo pusimos en marcha el proyecto y eso lo cambió todo. A continuación, empezamos a usar barricas de diferentes tipos.
P. ¿Se puede ser creativa en un trabajo como el tuyo?
R. Por supuesto. Crear rones tiene un componente muy artístico. Usar distintas barricas es como cuando un pintor emplea diferentes colores. Con ese pensamiento puse en marcha el ‘Sistema Solera’, que permite que el ron entre en contacto con diversos recipientes que previamente han contenido Bourbon, Pedro Ximénez o Jerez.
Y eso crea una gran profundidad de sabor.
“Crear rones tiene un componente muy artístico: usar distintas barricas es como cuando un pintor emplea diferentes colores”.
P. Cuando llegaste, ¿qué porcentaje de mujeres había en Zacapa? ¿Qué porcentaje hay hoy?
R. Cuando yo llegué eran “los chicos y Lorena”. Hoy contamos con muchísimas mujeres en casi todas las partes del proceso, en donde estoy convencida de que aportan ese plus de detalle y sensibilidad. Aún no somos el 50%, pero vamos en esa dirección de forma natural. Yo creo que también es cosa nuestra: las mujeres debemos dar un paso al frente, muchas veces las limitaciones nos las ponemos nosotras mismas.
P. Como mujer, ¿crees que las cosas están cambiando?
R. Muchísimo.
P. Has llegado a decir en alguna entrevista que tú eres el secreto detrás de Zacapa.
R. Sí, es como una broma, porque el mayor secreto es la investigación que viene de mi tozudez por encontrar explicaciones a todo. Yo soy una persona técnica que no toma las decisiones por instinto, siempre necesito encontrar el porqué. Mi madre dice que nunca he superado esa fase infantil. Los niños lo preguntan todo el tiempo: “Y, ¿por qué mami?”. A mi edad esa sigue siendo parte de mi filosofía de vida.
P. Cuando eras niña, ¿qué querías ser de mayor?
R. Quería ser bailarina. Y más tarde trabajar en algo que tuviese que ver con aromas.
P. ¿Pensaste en ser perfumista?
R. Sí. Es una de mis grandes inquietudes.
P. ¿Qué perfume usas?
R. Ninguno. Me encanta oler perfumes y comprarlos, pero por mi trabajo es muy difícil usarlos: contaminarían las mezclas.
P. Zacapa está considerado por muchos el mejor ron del mundo. ¿Os copian?
R. A menudo. Por ejemplo, al lanzar al mercado el Zacapa XO elegimos el nombre porque el último añejamiento lo hacemos en barricas de roble francés que antes añejaron Coñac XO [hace referencia a coñacs Extra-Old de gran calidad]. Desde entonces muchos rones tomaron esas letras en sus nombres. También sucede con los procesos de producción: antes nadie hablaba del ‘Sistema Solera’ ni de las diferentes barricas... algo debemos estar haciendo bien para que nos copien.
“Cuando creo un ron, mi estímulo es imaginar el guau del consumidor”.
P. Con Zacapa ya instalado en la cima de los rones, ¿qué metas sigues queriendo cumplir?
R. Me gustaría seguir creando rones diferentes que hagan vivir experiencias distintas. Cuando creo un ron, mi estímulo es imaginar el “guau” del consumidor al probarlo.
P. ¿Cómo habéis conseguido posicionar Zacapa en la cima de la Alta Gastronomía?
R. Aprendiendo a comunicar nuestro producto, la riqueza de su sabor y la experiencia de disfrutarlo. Normalmente si te gusta comer bien quieres acompañar el plato de una buena bebida. En España lo hacéis tradicionalmente con vino, pero el ron es también magnífico para esto. Muchos ya lo están descubriendo.
P. ¿Puedes recomendarnos maridajes singulares?
R. Sí. Hace unos años realizamos un estudio en el laboratorio Food Pairing de Bélgica para ayudarnos a identificar los ingredientes moleculares de Ron Zacapa y en 2023 ampliamos esa investigación con François Chartier, centrándonos en las moléculas aromáticas. Eso nos dio maridajes asombrosos: por ejemplo, Ron Zacapa con un queso parmesano bien maduro y un poquito de miel o de trufa. O Ron Zacapa con sashimi de atún, un poco de salsa de soja y frambuesas...
P. ¿En la cotidianidad de tu trabajo, ¿cuál es el momento más feliz?
R. Hacer mezclas. Estar evaluando la sorpresa, el acierto y el error.
P. Si tuvieras que elegir un solo objeto que te acompaña siempre, ¿cuál sería?
R. Mi pintalabios. No puedo salir sin él a ningún lado [se ríe].
P. ¿Hay que tener una sensibilidad especial para reconocer la excelencia de un producto como Zacapa o es una evidencia cuando lo tomas?
R. No. Se siente la diferencia desde el primer trago.
“Mi mayor responsabilidad es empoderar a los jóvenes y transmitir en unas horas lo que a mí me ha costado aprender 15 años”.
P. Además del talento femenino, eres un ejemplo de la importancia de la experiencia senior.
R. Sí. Una de las mayores equivocaciones en las empresas de hoy es renunciar al conocimiento de los trabajadores más veteranos. Y aunque yo siento que nunca he dejado de aprender, sé que mi mayor responsabilidad es empoderar a los jóvenes y transmitir en unas horas lo que a mí me ha costado aprender 15 años.
P. ¿Hoy sería posible reemplazarte por cuatro personas de 20 años?
R. No. No serviría de nada.
P. ¿Cuál es el mensaje detrás de una botella de Zacapa?
R. Hay muchos mensajes. Si te fijas por ejemplo en la botella de Zacapa 23 descubres el tejido del petate, que simboliza la realeza maya, la unión del universo, el sol y la luna, el día y la noche, lo físico y lo espiritual. Detrás de ese petate está el trabajo de más de 750 mujeres de pequeñas comunidades, que pueden realizar desde sus casas para no tener que dejar solos a sus hijos. Detrás de una botella de Zacapa existe también ese motor económico de las minorías.
P. ¿Crees que la inteligencia artificial va a cambiar nuestra manera de relacionarnos con los aromas y los sabores?
R. Podría ser, pero yo veo la inteligencia artificial como un medio que nos va a permitir acelerar algunos procesos, nos va a facilitar la vida, nos va a dar respuestas mejores y más rápidas. Pero no veo la inteligencia artificial como un sustituto. Sigo creyendo que la diferencia la hacemos los humanos.
P. ¿Tienes enemigos íntimos?
R. Mi peor enemigo es el tiempo. Voy a cumplir 40 años en Zacapa [en septiembre de 2024] y aunque parezca toda una vida, se me han pasado volando. Es una pena que el tiempo no sea más flexible: me quedan aún tantas cosas por hacer y descubrir...
P. ¿Sabes perder?
R. Claro. Si no sabes perder no puedes crecer. Aprendemos más cuando fallamos. Aprendemos perdiendo. Duele, hiere, pero es cuando creces, porque te hace reflexionar, y en esa reflexión está tu crecimiento.
P. ¿Qué cosas te molestan de la sociedad actual?
R. La hipocresía, la mentira, lo banal. Eso no me gusta.
P. Cuando tú te marches, ¿te gustaría que tu puesto lo tomase otra mujer?
R. Sí.
P. ¿Y hay candidatas ya que podrían hacerlo?
R. Sí rotundo –se ríe sacando su incondicional pintalabios.
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