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Pepe Motos, el genio a la sombra

El artista madrileño es uno de los protagonistas de la serie El Camino de Johnnie Walker, para la que ha compuesto en exclusiva una canción con versos de Antonio Machado

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Lo dice Eduardo Cortés, amigo y productor de Pepe Motos: “El talento de Pepe da de comer a toda su familia. Si alcanzase la fama, alimentaría a 90 personas, no a cuatro. Cuanta más fama tienes, más gente come, pero talento y fama ni son sinónimos ni son proporcionales”.

El hombre al que se refiere, el del pelo oscuro, la mandíbula fuerte y la camiseta negra apretada, está sentado junto a él, a solo unos metros. Nació en Madrid en 1970, pero la muerte de su padre le hizo mudarse a Barcelona con su madre. Allí abrazó la pasión flamenca de su familia y se convirtió en precursor musical al introducir el cajón en Cataluña. Eso le permitió acompañar a leyendas del flamenco, antes de iniciar su propia carrera, aún desconocida por el gran público.

Pero su trayectoria y su figura están dejando de ser una incógnita. Su historia acaba de recibir todos los focos en la serie documental El Camino de Johnnie Walker, en la que Dani Martín realiza una inmersión, capítulo a capítulo, en las carreras de 8 intérpretes atípicos y replantea el concepto de éxito.

De su aparición en la serie ha nacido también su canción El Camino, que entrelaza sus palabras con las de Machado. “Imagínate qué responsabilidad”, explica. “Es un tema muy conocido y versionarlo me ha encantado. Para mí es muy importante buscar cada color en las frases, soy muy meticuloso en ello... En la serie toco la canción en acústico, pero ahora además la he grabado en estudio con artistas de la talla de Eduardo Cortés a la guitarra, Bandolero a la percusión y Miguel López al piano. Y todo ello bajo la producción de Emilio Mercader y grabado por Mercalab. ¡Seguimos caminando!”.

Según Arturo Paniagua, divulgador musical y colaborador experto en The-Bar: “Pepe es un artista con muchísima sabiduría y trayectoria. Su sensibilidad, calidez y talento han estado al servicio de artistas legendarios a los que siempre ha aportado su toque especial. Y aunque muchas veces se entiende el éxito en la música como estar en primera línea y tener el reconocimiento del gran público, músicos como Pepe demuestran que una trayectoria creíble y respetada se construye en base a pequeños logros que, paso a paso, van creando el camino".

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En el estudio de Eduardo Cortés en Barcelona, Motos se sienta sobre su instrumento y empieza a ‘golpearlo’ levemente. Un instante después su rostro se transforma y aquel tamborileo alcanza una potencia y precisión desconocidas. Levanta la voz: “¿Que si preferiría tener a 18 paparazis en la puerta en vez de a este señor tomándome fotos?”, pregunta refiriéndose a Luis de las Alas, que en esos momentos hace sonar el clic de su cámara. “Seguramente no” –se responde a sí mismo. Y concluye: “Este momento, esta conversación, son algo precioso para mí. Lo otro sería simplemente cuestión de fama y dinero”.

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Pregunta. Padre guitarrista y madre bailaora. ¿Estabas predestinado a ser músico?

Respuesta.
No necesariamente. Mi padre falleció muy joven, a los 47 años (cuando yo tenía 8) y mis hermanos tomaron un camino diferente: uno es periodista, la otra profesora...

P. ¿Cuándo sentiste tú la llamada de la música?

R.
A los 16 o 17 años, en el tablao El Cordobés, donde acompañaba a mi madre desde que nos instalamos en Barcelona. Allí descubrí que mi lugar en el mundo estaba en el camerino con los músicos. Muchas mañanas ni siquiera iba al colegio: me escapaba al piso donde estaban los artistas, que venían desde Sevilla.

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P. ¿Cómo empezó tu historia con el cajón?

R.
Un día en el tablao, un guitarrista me dijo: Pepe, por qué no tocas el cajón, que parece que llevas bien el ritmo. Pedro Sierra me envió uno desde Madrid por mediación de Antonio Carmona y empecé a practicar. Me ponía todos los discos de Paco [de Lucía] y los acompañaba como un loco con la percusión.

P. ¿Te desenvolvías bien?

R.
Me implicaba mucho, y aunque tenía condiciones para ser un percusionista explosivo, mi prioridad no era ser un virtuoso ni hacer filigranas, sino entender el acompañamiento con el corazón. Por otro lado, siempre me ha gustado “dejarme los riñones” y en aquella época se valoraba especialmente que te sangrasen los dedos o que salieras chorreando de la actuación. Eso hacía yo.

P. Así arrancó tu carrera como “músico de atrás”.

R.
Sí. Empecé como el 95% de los músicos, acompañando a otros, poniéndoles la música en bandeja para que la interpreten y lleguen al éxito, que yo considero que es compartido.

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P. Eso te dio la oportunidad de acompañar a monstruos de la talla de Sara Baras, Chabela Vargas, Camarón de la Isla... ¿Cómo sucedió?

R.
Fue de manera natural: en el circuito del flamenco en Barcelona nos conocíamos todos, y tuve la suerte de que entonces aquí nadie tocaba el cajón, así que cada vez que venía alguien de fuera, me llamaba a mí. Eso me permitió trabajar también con La Susi [cantaora de flamenco], con Sorderita, con Raimundo [Amador], con [Antonio] Canales... y luego viajar por España, Japón, Estados Unidos... Pero si tengo que destacar a alguna figura es a Mayte Martín. Ella fue mi “mentora”, quien realmente me encumbró.

P. ¿Qué te hizo dar el paso al frente y reclamar tu lugar como “músico de adelante”?

R.
Siempre digo que mi camino ha sido muy dulce, aunque con curvas. Durante 7 años viví giras muy exigentes con Sara Baras, de 400 bolos en 365 días. Pasaba mucho tiempo fuera de casa, lejos de los míos. Y aunque me sentía muy afortunado, a veces era duro. En aquellos viajes siempre llevaba mi guitarra y en el hotel buscaba momentos para escribir, componer, armonizar. Empecé a guardar mis cositas en el cajón, hasta que me dije: voy a empezar a hacer temas míos y cantarlos yo.

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P. Tú te defines a ti mismo como un contaor. ¿Por qué huyes de la etiqueta del cantaor flamenco?

R.
Sí, porque definirme como cantaor sería una falta de respeto. Un cantaor es una persona flamenca ortodoxa. Yo vengo de esa base, pero no me ciño 100% a sus reglas. Me considero un contaor porque cuento mis historias. Toco lo que soy y soy lo que toco.

P. Háblanos de tus dos discos, Así lo siento yo (2000) y Kodigo flamenco (2016).

R.
Estoy muy enamorado de los dos. En el primero estaban mis ilusiones en plena efervescencia. Han pasado 24 años y sigue sonando muy actual, con temas muy buenos y personales. En Kodigo Flamenco fui más al peso que te da la experiencia y me regalé trabajar con Diego Carrasco y Mayte Martín, siempre rodeado de musicazos y con canciones en mi línea (mi vida, mis vivencias...) que parten de la base rítmica flamenca.

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P. Cuando echas la vista atrás, ¿sientes que te ha faltado la fama?

R.
Yo soy la clase de artista que lleva su música dentro, que se esfuerza y trabaja en su camino personal... pero que no da “el pelotazo”. Si lo hubiera hecho seguramente estaría encantado, pero no me quita el sueño. A mi edad tengo a los hijos criados, la cabeza centradita, he salido adelante, gracias a Dios. Y hoy lo que me mueve es tocar lo que yo quiero, colaborar con quien me apetece, decidir qué hacer en cada momento, estar con mi gente...

P. ¿Cuál es tu definición del éxito?

R.
Obviamente todo músico quiere llegar a la cima, pero muchos la alcanzan y no tienen los pies en el suelo. Quieren focos, dinero, ego. Para mí el éxito es vivir la música desde la humildad. Luego están los de las gafas de sol, que quieren ser artistas para tener una casa con piscina y cantan como un mojón [se ríe]. En cualquier caso, el público manda, y cada vez hay más estilos diferentes.

P. Esa diversidad es una de las cosas que celebra Johnnie Walker en su serie El Camino, de la que eres protagonista en su segunda temporada.

R.
Sí, en la serie esto queda muy bien reflejado. Nach y Sara [Socas], por ejemplo, son dos fenómenos de la palabra. A raíz del programa he podido escucharles, y aunque no estaba familiarizado con su tipo de música, me han encantado. Cristina [Rosenvinge] tiene un recorrido muy grande... Y Albany cuenta que estaba de cajera y de golpe pega ese boom y le llega la fama. Es muy rico que existan todas estas historias, todos estos caminos diferentes.

P. ¿Qué ha supuesto para ti la serie El Camino?

R.
Ha sido un regalo gordísimo. Un reconocimiento a una persona que está en la sombra. Me ha permitido aparecer en pantalla contando mi historia y también grabar mi propia canción con versos de Machado. Fue un encargo muy difícil: me dije, madre mía, ¿cómo voy a hacer para que la gente no me compare con el “golpe a golpe, verso a verso” de Serrat? ¿Cómo darle ese puntito mío? Pero la verdad es que ha quedado muy bonita.

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P. ¿Qué te gustaría que sucediese de ahora en adelante con tu carrera?

R.
Seguir disfrutando de lo que hago y siempre tener un público fiel que reconozca mi trabajo. Todo lo que llegue será bien recibido. Aquí estoy, con 54 tacos y medio jamón comido. Ahora toca comerse el otro medio y si es bien acompañado, pues perfecto. Mi carrera ya está bien encauzada, mi éxito es que gusto a mis compañeros y eso mola mucho. Aunque un pelotazo comercial no estaría mal como guinda en el pastel.

P. ¿Crees que es importante que haya marcas como Johnnie Walker que impulsen la música y su diversidad?

R.
Sin ser responsabilidad de ninguna marca, lo cierto es que es brutal lo que Johnnie Walker hace por los músicos, lo que ha hecho conmigo. Y es de agradecer, porque ni siquiera nos apoyamos mucho entre los propios artistas. Yo tengo que darle las gracias a Inés Fonseca, del equipo de marketing de Diageo, que además toca, canta, compone..., es una artista. Ella y Dani [Martín] han sido mis ángeles este año.

P. A ti, ¿qué te conmueve?

R.
La música bien hecha. Si ahora pusiéramos una sonata de Beethoven o Bach, alguno de nosotros acabaría llorando.

P. ¿Piensas como Johnnie Walker que la música sirve para crear progreso colectivo?

R.
Por supuesto. La música lo une todo. Nos une. Nos enseña. Llena estadios. Como decía antes con los estilos, nos ayuda a fijarnos en otros que no son como nosotros, a crear referentes muy distintos.

P. Por último, háblanos de tu faceta como profesor.

R.
Para mí enseñar es aprender una segunda vez. Lo doy todo con mis alumnos. Pongo la misma intensidad que en las actuaciones más importantes. Ellos son el futuro.

Fotografías: Luis de Las Alas, cortesía de Pepe Motos y fotogramas de la serie El Camino de Johnnie Walker.

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