Enrico Basile

Enrico Basile, director de World Class España: “Una final es como una olimpiada” 

En vísperas del desenlace de la mayor competición de coctelería en nuestro país, el bartender italiano repasa su trayectoria y celebra el excelente momento del sector 

Enrico Basile

Enrico Basile, este muchacho con pinta de motorista indolente, es en realidad un peso pesado de la barra, un superdotado creativo y –según cuentan quienes le conocen– un excelente amigo.

En su encuentro con The Bar, Basile viste una chaqueta de cuero negra y camisa vaquera. Le cuelgan sendos piercings de los lóbulos de las orejas y sus ojos tan azules hacen pensar en la película Jóvenes Ocultos (1987) de Kiefer Sutherland y Jason Patric.

Durante años, su hipnótica estética y su capacidad para innovar han dejado huella en bares de medio mundo –Estados Unidos, Sudamérica, el Caribe, Australia– hasta aterrizar en España en 2014 (“llegué por primera vez en 2005 y regresé para quedarme”), donde hoy ha dado un paso al frente como Brand Curator de Johnnie Walker y, director de la edición nacional de World Class, la misma en la que fue finalista en innumerables ocasiones y que estos días celebra su última ronda. 

Hablamos con él sobre el oficio de bartender, sus grandes pasiones y el impacto de la competición de coctelería más prestigiosa del mundo, todavía poco conocida por el gran público.

P. ¿Cómo es tu historia personal con World Class?
 

R. Larga. Intensa. [Risas] Mi primer contacto con ella fue en Australia en 2014. Participé en su edición nacional y quedé en el Top 40. Al instalarme definitivamente en España en 2014 el sector estaba cambiando: empezaba a valorarse más el reconocimiento del bartender y yo no quería volver a empezar desde cero, así que decidí presentarme aquí también.

P. ¿Cómo quedaste en aquella edición? 

R. Llegué a la final, donde curiosamente coincidí con Daniele Cordoni, que también competía. Éramos dos italianos, los dos representando a bares de Canarias... La final la ganó otro italiano, Giacomo Gianotti, y poco después, Daniele me invitó a trabajar con él en el bar del Gran Hotel Atlantis Bahía Real, un cinco estrellas en Fuerteventura.

P. Perdiste World Class, pero ganaste un nuevo paso en tu carrera... 

R. Así es. Desde el hotel ganamos varios Coaster Awards y llegamos juntos a varias finales de World Class hasta que Daniele se llevó el título en 2018. Él se mudó a Madrid y yo seguí en el hotel, alcanzando nuevas finales en 2019 y 2021. Después colaboré con la agencia Premium Mixers y con las marcas de Diageo, desarrollando recetas, organizando eventos y preparando World Class durante tres años. En 2025 he asumido la dirección de World Class España junto a Sergio Caro. 

“Hay bartenders que se preparan años para una prueba de siete minutos” 

Enrico Basile

P. ¿Cómo se vive la competición desde este otro lado? 

R. Muy bien. Me gusta que los participantes se sientan cómodos. Como yo estuve en su lugar, puedo anticipar sus necesidades. Y he descubierto que soy más feliz ayudándoles que ganando yo mismo. Si tuviera que elegir entre volver atrás y ganar todas las World Class en las que participé o seguir donde estoy, volvería a perderlas todas [risas].

P. ¿Con qué se puede comparar una final de World Class? 

R. Con una olimpiada. Hay bartenders que se preparan durante años para una prueba que dura apenas seis o siete minutos… y en ese tiempo puede pasar absolutamente de todo. Igual que un atleta puede sufrir un tirón o tener un mal día, quien compite puede romper una copa, derramar un ingrediente o pasarse unos segundos del speech y resultar penalizado. Es una competición muy exigente. Muchas veces no gana el que lo hace perfecto, sino el que menos falla...

P. ¿A qué pruebas se enfrentarán los bartenders en esta edición de la final española?

R.
 Este año contamos con cuatro desafíos clave, cada uno diseñado para medir distintas habilidades.

El único que se trabaja desde casa es Art of Blue. Cada finalista ha recibido una botella de Johnnie Walker Blue Label y debe crear un cóctel inspirado en una disciplina artística (cine, música, arquitectura, pintura…). La presentación debe estar pensada como para una gran gala, como los Goya. Este reto premia la creatividad y el concepto.

Otra de las pruebas es Mastering the Classics, donde a los finalistas se les han proporcionado 20 recetas exactas de cócteles clásicos. Deberán preparar dos de ellos, asignados al azar, ejecutándolos a la perfección mientras narran su historia. Aquí se valora tanto la técnica como el conocimiento y la capacidad de comunicación.

También contaremos con otra más creativa e imprevisible, conocida como Re-use Box. Cada participante recibe una caja sorpresa con ingredientes y destilados, y debe elaborar dos cócteles: uno digestivo y otro en formato highball. Tienen 20 minutos para trabajar y 6 para presentar, gestionando el tiempo como prefieran. El foco está en la improvisación, la sostenibilidad y el aprovechamiento de ingredientes.

Por último, los tres mejores competirán en el Ultra Speed Challenge, que se realiza durante la gala final, con música elegida por cada bartender. Deberán preparar tres cócteles diferentes en cantidades variables en apenas ocho minutos, manteniendo consistencia en sabor y presentación, con atención a la limpieza, la técnica y la presión del escenario. Es el momento más intenso del campeonato, como una noche de sábado en un bar lleno hasta los topes. 

P. ¿Después de las primeras fases, tienes algún favorito? 

R. En absoluto. Elegir al ganador va a ser muy complicado. El nivel de los finalistas es tan alto que todo se decidirá por pequeños detalles, por sumas y restas mínimas... A veces, basta un punto para que alguien que lo ha hecho muy bien se quede atrás. 

P. ¿Cómo animarías a la gente a interesarse por esta competición? 

R. Es muy sencillo. Probando los cócteles que cada uno de los finalistas ha preparado para World Class. Hoy están disponibles en cada uno de sus bares e incluso pueden tomarse de forma gratuita a través de un concurso de The Bar. 

“Si me dieran a elegir entre retroceder en el tiempo y ganar todas las World Class en las que participé o seguir donde estoy ahora, ayudando a los participantes, preferiría perderlas todas de nuevo” 

Enrico Basile

P. ¿Qué destacarías de cada uno de los finalistas? 

R. Lo que más nos impresiona de Antonio Naranjo (Especiarium, Barcelona), además de su creatividad, es la experiencia que acumula. Es el bartender con más trayectoria en finales globales [ganó World Class Noruega en 2016] y domina los entornos de alta presión como nadie. Tiene una visión muy internacional y estamos deseando ver con qué nos sorprende. 

Gabriele Armani (Paradiso, Barcelona) es muy joven, pero viene pisando fuerte. Discípulo de Giacomo Giannotti, ha sabido absorber su aprendizaje y lo combina con una creatividad cada vez más personal. Es un perfil que brilla con luz propia. 

Aunque es nuevo en la familia World Class, Davide Norcini (Dr. Stravinsky, Barcelona) tiene mucha experiencia en el circuito internacional. No solo crea grandes cócteles: tiene carisma, conecta con la gente y sabe contar lo que hace. Tiene ese ‘algo’ que convierte a un bartender en un gran anfitrión. 

Desde Zaragoza, Keyllin Guevara (Mai-Tai Exótico, Zaragoza) nos ha dejado sin palabras. Con solo 22 años y menos de cinco tras la barra, demuestra un conocimiento impresionante sobre producto, técnicas y maridaje. Su formación como sumiller es impecable y su paladar, finísimo. Una joya que apunta altísimo. 

Pau González (Solange, Barcelona) llega a su tercera final… ¡con solo 22 años! Trabaja en Solange, en Barcelona, y es el joven más clásico que hemos visto nunca. Sus cócteles tienen alma, emoción y memoria. No solo trabaja con los cinco sentidos: te toca el corazón.

Detrás de su melena verde, Esmeralda Castrogiovanni (Sips, Barcelona) esconde una carrera internacional brillante. Trabaja en SIPS, el que fue el mejor bar del mundo en 2023, y lo que hace con los cócteles es, literalmente, “espacial”. Tiene una capacidad única para inspirarnos y hacernos seguir aprendiendo.

Dicen que Christian Martínez (Majestic, León) es el bartender más silencioso del mundo. Tranquilo y meticuloso, lo llaman ‘el arquitecto’ porque todos sus cócteles tienen inspiración estructural. Avanza sin hacer ruido, con orden, precisión y una visión muy clara. Y siempre llega lejos.

Ana Michelle Alves (Vesou, Barcelona) ha sido una auténtica revelación. Aunque trabaja en un bar especializado en ron, creó un cóctel inspirado al 100% en Johnnie Walker que ha convertido el whisky en la estrella de la carta. Su propuesta no es solo un trago: es un ritual. 

“He creado cerca de 50.000 cócteles en mi carrera. Puede parecer una exageración, pero si piensas en 365 días durante 30 años, no es tan descabellado”  

Enrico Basile

P. Los mejores bartenders son genios al nivel de los grandes chefs como Dabiz Muñoz o Ferran Adrià. ¿Por qué este oficio no tiene aún el reconocimiento que merece? 

R. Nos falta presencia en medios, especialmente en televisión. Si vas al supermercado y preguntas quién es Jordi Cruz o Dabiz Muñoz, lo saben, pero si les hablas de Borja Insa, no tienen ni idea. El error está en cómo nos vendemos. Hoy no basta con ser buenos y aparecer en revistas especializadas. Tenemos que dar un paso más y llegar al consumidor medio en radio, podcasts, plataformas como Netflix… Me encantaría que World Class se convirtiera en una serie.

P. ¿Está el sector del cóctel en su mejor momento? 

R. Sin duda. Si miramos su historia, desde 1800 hasta hoy, ha habido diferentes etapas, pero ahora estamos viviendo lo que muchos llaman la segunda Edad de Oro de la coctelería. La primera fue antes de la Ley Seca en Estados Unidos, y esta nueva ola puede compararse con esa por su fuerza y creatividad.

P. ¿Cuáles son tus otras pasiones? 

R. [Risas] Hace tiempo decidí que no haría nada en mi vida que no fuera una pasión, y entre las más destacadas está la pizza. Estudio la pizza igual que los cócteles: me gusta estar en casa y ver cómo la masa crece. Igual que hay personas que hablan con sus plantas, yo hablo con la masa. Estudio tipos de harinas, de levaduras, de temperaturas, me compro hornos profesionales...

P. ¿Y qué nos dices de las motos?

R.
De pequeño, mis héroes eran los bikers. Desde niño, me han encantado las motos y, como buen libra, la belleza me fascina. Siempre he conducido motos Harley Davidson porque se pueden personalizar. Eso es lo que más me atrae: customizarlas, no simplemente conducirlas a 300 kilómetros por hora. Lo que la gente no sabe es que tengo fobia a la velocidad…

P. ¿Cuál es tu cóctel favorito? 

R.  A todos los bartenders nos hacen siempre esta pregunta, y solemos contestar igual: ¿A qué hora? ¡Porque depende mucho del momento! Si estoy atascado en pleno tráfico madrileño a 32º, me apetecerá un Mint Julep, un cóctel de whisky, hielo picado, un poco de azúcar y menta. ¡Genial para refrescarse! 

“En World Class se utiliza el portfolio de destilados de Diageo: sin duda el más completo en cuanto a calidad” 

Enrico Basile

P. ¿Cómo es el bar perfecto para Enrico Basile? 

R. Vengo de una familia de músicos, así que siempre me ha atraído todo lo que tiene que ver con el arte: pintura, danza, música… Para mí, el bar perfecto es aquel donde se respira arte, ya sea en forma líquida, musical o visual, como un cuadro colgado en la pared.

P. En este mundo tan virtual, ¿sigue siendo el bar ese lugar en el que suceden las cosas reales? 

R. Sí, siempre tienen que pasar cosas en un bar. Y el bartender tiene un lugar privilegiado: desde detrás de la barra ve todo como si fuera una pantalla. Con el ojo fino, sabe que ese chico y esa chica, que han llegado en grupos diferentes, van a acabar juntos. A veces incluso doy un pequeño empujón: invito a la chica a una copa sin que el chico lo sepa, para romper el hielo. El bartender no solo mezcla tragos, también mezcla a la gente, la energía, las historias.

P. ¿Qué es lo que más te emociona en coctelería? 

R. Lo que más me emociona es el storytelling: la habilidad del bartender para comunicar y seducir con su relato. Es como la banda sonora de una película: la forma en que te cuentan una historia puede transformar lo que bebes en algo mágico. 

P. ¿Cuántos cócteles has creado en tu carrera?  

R. Cerca de 50.000. Sé que parece un numerazo, pero si haces las cuentas –365 días al año durante 30 años de carrera– no es tan descabellado.

P. World Class está organizado por Diageo. ¿Es su portfolio de destilados el abanico más completo de la Alta Coctelería? 

R. Sí, en cuanto a excelencia, es el más completo. Lo que distingue a Diageo es precisamente eso: la calidad de sus marcas como Johnnie Walker, Don Julio, Tanqueray No.Ten... Te pongo un ejemplo: en World Class ahora hacemos un challenge con Blue Label. Antes, usarlo en cócteles era un sacrilegio. Incluso añadirle hielo era impensable. Pero hoy en día todo eso ha cambiado. Eso sí, todo lo que lo acompaña tiene que estar a la misma altura. 

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